Cada vez que hablamos de empresa familiar, todos pensamos en la necesidad de crear mecanismos que ayuden a darle continuidad, mejoren su eficacia y permitan asimilar las diferencias que implica ser propietario y gestor.
A lo largo de los años, muchos de los que hemos tenido la oportunidad de trabajar con familias empresarias hemos aprendido algo que puede parecer obvio pero que, sin lugar a dudas, es una gran verdad: el activo más importante de una empresa familiar es la propia familia.
La mayoría de las empresas familiares de segunda o tercera generación que han consolidado su éxito, se suelen caracterizar por haber tenido la capacidad de desarrollar, de manera intuitiva, mecanismos que han convertido a la familia en una fuente de oportunidades y fortalezas.
Que la familia sea un activo de gran valor no evitará que, en cada momento del ciclo de vida de la compañía, tengamos que resolver situaciones o dilemas potencialmente peligrosos para la continuidad. Sin embargo, cada vez que detectamos esta característica en nuestros clientes, somos conscientes de las mayores posibilidades de realizar un asesoramiento que realmente sea eficaz y útil para todos los que lo demandan.
Llegados a este punto, muchos de los lectores se estarán preguntando cuáles son las claves de éxito que han permitido a muchas empresas familiares convertir a la propia familia en uno de sus activos de mayor valor. No se preocupen, en seguida los enunciaremos. Sin embargo, y antes de proceder a ello, reflexionen sobre estas dos ideas:
¿Cuánto tiempo dedican a la gestión de la empresa y cuánto a la gestión de la familia? ¿Se debe gestionar una familia como si fuera una empresa?
La capacidad de gestionar correctamente a la familia es algo que se puede aprender, si somos conscientes de su potencial a medio y largo plazo. Por este motivo, las sugerencias que les vamos a dar seguramente les permitan calibrar cuál es el nivel de atención que le están prestando a sus familias y en qué medida tienen ya desarrollados instrumentos para su buena gestión.
Comunicación. Sin duda, este es un instrumento que permite transformar dos posiciones diferentes en una fuente de riqueza y creatividad. El diálogo tiene que ser abierto y sin intermediarios. No podemos pretender que mi familia y mis socios sepan lo que me está pasando si no se lo cuento.
Flexibilidad. Cada vez que trabajamos con personas que defienden que su postura no es negociable, nos encontramos con un denominador común: casi nunca se han detenido para intentar entender qué le está pasando a su interlocutor (padre, madre, hermano, hijo, sobrino). En la mayoría de los casos, cuando comprendemos por qué alguien de la familia le hace una demanda a la empresa, somos capaces de identificar si la respuesta (y con ello, la mitad de la solución) la debe dar la empresa o la propia familia.
Visión compartida. El día a día puede llegar a ser muy duro. Participar en el diseño o entender cómo queremos que sea el futuro de nuestra compañía, es una forma de incrementar el compromiso y el sentido de pertenencia. Qué duda cabe que estos dos elementos nos ayudarán en los días más difíciles.
Liderazgo. Hay que llegar a ser capaces de diferenciar el liderazgo en la empresa y en la familia. En empresas de tercera o cuarta generación no suelen coincidir en una única persona. Si somos conscientes de ello, tenemos que ser capaces de ponerlos a trabajar juntos.
Estructuras de gobierno para la familia. Desarrollar un Foro Familiar que permita a los miembros de la familia tratar los asuntos con rigor y orden, es una de las mejores alternativas para garantizar que los pactos aprobados se vayan a respetar. Cómo debe estar regulado el foro familiar estará condicionado, en cada caso concreto, por la estructura familiar y las características y tamaño de nuestra empresa.
Estructuras de gobierno para la empresa. Constituir un Consejo de Administración a partir de la segunda generación, es una necesidad. Será por lo tanto imprescindible reflexionar sobre los criterios de composición, su estructura interna y el sistema para la toma de decisiones. Sin embargo, no convienen olvidar esta idea: el Consejo debe estar diseñado en función de las necesidades de la empresa y no sólo en función de las características de la familia accionista.
Información. La mejor manera de no ser manipulado es tener un buen nivel de información. La organización de la empresa debe permitir un flujo periódico de información para los socios. Con información, seremos más capaces de comprender qué está pasando en nuestra empresa familiar y, sobre todo, qué tipo de peticiones puede ser oportuno que se pospongan para otro momento.
Transparencia. La transparencia nos va a permitir compartir nuestros éxitos y explicar nuestros fracasos. Uno de los principales motivos que generan grandes crisis en la familia empresaria, es no comprender qué ha salido mal en un determinado momento. Identificar un punto de encuentro cuando un miembro de la familia tiene la firme convicción de que otro le ha hecho perder parte de su patrimonio, es difícil. La transparencia y la información son las dos caras de la misma moneda, que nos van a permitir comprender el porqué de nuestra realidad empresarial.
En resumen, si estamos de acuerdo en que nuestra familia puede ser uno de nuestros principales activos, dediquemos el tiempo suficiente a potenciar sus valores y trabajar sobre los puntos arriba indicados. Quizá una primera manera de hacerlo sea compartiendo con los suyos la información que contiene este artículo, para testar, a continuación, sus opiniones y su visión sobre el futuro.
Artículo publicado en el diario Expansión el 23 de enero de 2020.
Más información:
Mario de Gandarillas Martos
Socio de Empresa Familiar de Vaciero